domingo, 1 de octubre de 2023

SIETE PICOS Y DUCHA DE LOS ALEMANES

  ¡ VIVA EL BURRO VELOZ !   

NUEVAS CRÓNICAS ASNALES

SIETE PICOS Y DUCHA DE LOS ALEMANES
(Provincia de Madrid)

BREVE CRÓNICA

Asistentes: Vidal, Pedrín, Nano, Juáncar y Carlos.
Recorrido y sucedidos:
Partimos de Leganés en el coche de Carlos (el coche se llama Arturo, por si a alguno le interesa) a las 07:30 h. 
A las 08:30 h aparcamos en el Puerto de Navacerrada y emprendemos la subida a Siete Picos. La pista de esquí está vallada y tenemos que buscar un hueco por donde colarnos para llegar al teleférico y al desvío a Siete Picos.
Con paciencia, tesón y las primeras gotas de sudor, llegamos a la cumbre, donde el paisaje es espectacular: la Bola del Mundo, la Maliciosa, Peñalara, La Granja, la llanura madrileña. Vamos del pico 7.º al pico 1.º. No hay acuerdo sobre el número de los picos, que si 5.º, que si 6.º, que si 4.º: fallan las matemáticas más elementales entre gentes con estudios; de alguno dicen que es ingeniero, pero, sin ánimo de ofender, no lo parece. A lo mejor domina el cálculo infinitesimal y los números imaginarios, pero el día que explicaron del 1 al 10 no fue a clase. El susodicho ingeniero sólo acierta con el pico número 2: se empeña en que el 2 es el 2 y, mal que nos pese, esta vez tiene razón.
Del pico 2.º al pico 1.º (Majalasna) hay una buena tirada, que hay que hacer por "delante" del pico, por detrás habríamos tenido que bajar al Collado Ventoso y tomar la Senda de los Alevines.
Al pie del Majalasna tomamos un breve almuerzo, brindando con un rico Veterano que trae Nano. Nos hacia mucha falta, la verdad.
Bajamos a la pradera del comienzo del Camino Herreros a cañón, habiendo como hay un camino bien señalado, pero el Cronista opta por callar y disfrutar del día. La temperatura es ideal, la luz esplendorosa, el aire puro. No hay pérdida: en bajando, se llega, y llegamos.
Cruzamos la carretera de la República y tomamos el camino que lleva a la Ducha de los Alemanes (el sendero está señalado en los árboles con puntos morados). En este tramo, en un inesperado e infausto momento, Vidal tropieza (¿quién no ha tropezado alguna vez en la vida?) y se pega una buena castaña, ¡pero buena! Lo de menos son los raspones en las manos, en el codo y en la rodilla (rompe el pantalón el pobrecico), sino que se queda como noqueado, distraído, ausente, como diciendo: Virgen Santa, ¿qué me ha pasado? Los ciclistas del Tour de Francia, cuando se caen y se dan un buen porrazo, se quedan así. Al rato Vidal vuelve en sí (en ningún momento pierde la consciencia) y continúa como un jabato. Más adelante tiene unos calambres bestiales en el muslo que le obligan a hacer alguna parada para desengarrotarse, pero tira como un campeón. Este Cronista se quita el sombrero ante él, ¡qué pundonor!
El que va como la seda es el Pedrín, que cada día está más en forma. El título de "Keniata blanco", que se ganó cuando corríamos maratones, lo mantiene y de qué manera.
Comemos en la Ducha de los Alemanes, al pie de la cascada. Un grupo de unos cien coreanos llega en ese momento y miran con ojos golosos la tortilla de patata que nos comemos, tortilla que ha preparado el chef Nano, que no sólo camina, sino que cocina como Arguiñano. El vino que trae Vidal, buenísimo. Ídem del queso del Jefe y el chocolate de Pedrín. No quiere este Cronista que nadie se ofenda por no citar sus aportaciones a la comida común sobre la hierba. El Cronista esta "jodido" (es el único taco de esta crónica, no esperen más) por un implante molar que le han hecho esta misma semana, y come y bebe como un pajarito.
Acabada la ingesta, dejamos a los coreanos hablando coreano y subimos por el Camino Schmid hasta la fuente de la carretera de la República, y continuamos hasta el Collado Ventoso, donde hacemos una parada de un cuarto de hora. Hay que reconocer que la subida tiene bemoles (¡tacos, cero!, recuerden) y que se sube resollando.
Lo que queda es continuar hasta Navacerrada. Aquí damos un poco de vidilla a los montañeros y llega cada uno a su ritmo, disfrutando de la sierra, de sus colores, de sus sonidos, de sus encantos.
En la cafetería de la estatua del montañero, tomamos unas cervezas con limón y un café con hielo. Hay mucho bullicio, mucha gente, muchos moteros, muchos coches. Los madrileños aprovechan este verano otoñal para disfrutar de su sierra. El humor de los andarines del Burro Veloz mejora muchos enteros con la segunda cerveza. Consumida la tercera, se montan en el coche y vuelven a Leganés.
Ha sido otra salida memorable del Burro Veloz. Un gran día. 
Carlos 
Cronista del Burro Veloz

Siete Picos