Asistentes, tiempos y orden de llegada:
1.º Nano (42 min.), 2.º Carlos (43 min.), 3.º Juan Carlos (45 min.).
Incidentes-observaciones:
A las 8,30 nos hemos despojado de la ropa normal y nos hemos puesto el traje de “romanos”. Trotando hemos llegado al campus universitario de Getafe de la Universidad Carlos III. Recogida de chip y de dorsal. Hemos continuado trotando hasta el momento de la salida. Antes de iniciar la carrera ya habíamos corrido 40 minutos. Nos hemos situado bastante bien, como es habitual en el Burro Veloz: luego que nos pasen.
Nano se encontraba bien, su lesión ha quedado en un susto. Ha sido prudente, a pesar de la mejoría, y ha ido con Carlos hasta el kilómetro 7; luego a su tran-tran le ha dejado en la larga subida que va desde la rotonda de Parquesur hasta la meta, en el campus de Leganés de la Universidad Carlos III, en lo que fue el Cuartel de Saboya. Carlos ya iba forzado y sufriendo, haciendo todo lo posible por no perder la rueda de Nano, pero ahí le ha rogado que se fuera, que él seguía a tope y que ya llegaría. Juáncar nos iba pisando los talones, y ha sido preciso no bajar la guardia en ningún momento, porque si hubiera visto a Carlos a lo lejos, hubiera tirado a muerte para cazarle y pasarle; no sería la primera vez.
En el kilómetro 5, subiendo un empinado puente que cruza la carretera de Toledo y desemboca en el Bercial, hemos recibido los ánimos de Cristina (hay muchas Cristinas en el mundo; nosotros y ella sabemos cuál de ellas es), que nos han sido de gran ayuda. Muchas gracias, Cristina. Al año que viene, te esperamos con las zapas, corriendo a nuestro lado. ¿Vale? Tu silencio lo tomaremos por un sí.
La llegada estaba animada, con mucho universitario y mucha universitaria, que siempre se agradece, por muy hecho polvo que uno llegue a la meta. Con la bolsa del corredor y la camiseta en nuestro poder, hemos estirado en la plaza de Roma. Luego el campeón, es decir, Nano, nos ha invitado a un cafelito con leche calentito que nos ha elevado la temperatura y la moral en esta mañana fría y desapacible. Con el café en la mesa, los corredores, que son muy pesados con “lo suyo”, hay que reconocerlo, no han parado de comentar la carrera y de planificar futuros entrenamientos y competiciones, como el Maratón de Madrid o la Pencona de Aldeanueva de la Vera. Por fin, se han ido a su casa. Hoy habrán llegado “tranquilicos” y darán poca guerra a la familia.
Y aquí se acaba la crónica. El que quiera más, ya sabe, que coja la pluma o la tecla, y a darle. Adiós.