¡BIBA EL VUDRO BELOD!
X MEDIA MARATÓN DE LA LATINA
(MADRID)
X MEDIA MARATÓN DE LA LATINA
(MADRID)
ASISTENTES Y ORDEN DE LLEGADA:
1.º) Puñales: 1 h 34' 01''.
2.º) Carlos: 1 h 41' 57''.
3.º) Pedrín: 1 h 49' 01''
3.º) Pedrín: 1 h 49' 01''
TIEMPO ATMOSFÉRICO: soledado y perfecto para una media maratón; temperatura mínima: 3º; temperatura máxima: 1º (AEMET).
COMENTARIO:
A los que dicen que don Carlos nunca se lesiona les hacemos saber que hoy, desde el kilómetro 8, ha corrido lesionado, con una contractura seria entre el tendón de Aquiles y el gemelo de la pierna derecha. Ha tenido que parar a causa de un fuerte pinchazo en el kilómetro 8, cuando corría con un ritmillo alegre que le convencía y con el que iba cómodo. Se ha dado él unos masajes caseros y ha continuado, a ritmo suave, hasta el kilómetro 10, donde le ha costado encontrar al sanitario del puesto. Le han mandado de allá para acá y, por fin, ha dado con una joven que ha tenido que buscar el réflex en un mochila con mil cremalleras y cierres. Cuando lo ha encontrado, le ha echado en la zona lesionada, pero don Carlos ha comprendido que no era una sanitaria ducha en estas lides. Déjame que yo me eche y me masajee, querida, le ha dicho. Así ha hecho y ha continuado con la esperanza de que se fuera pasando el pinchazo que, de momento, le dejaba correr. Esto es también atletismo, amigo, ha pensado. En la subida del Zoo parece que ya podía equilibrar las dos piernas para no seguir cargando en la izquierda (la buena en el día de hoy). Doblando la esquina del parque de Aluche, ha sabido que ya llegaba a meta, aunque fuera andando. El único kilómetro en el que ha podido dar rienda suelta a sus fuerzas, intactas por el ritmo llevado hasta el momento, ha sido el último. La meta, por fin. Día salvado con dignidad de corredor popular. Veremos las secuelas.
El Puñales, una fiera montaraz. Pedrín otra fiera salvaje. Los Pedros son de una pasta especial. ¿Qué os voy a decir que no sepáis? Siempre quedan bien por donde van. Y, sin que esto sirva para que se les suba mucho el ego, diré que da gusto ir con ellos a las carreras.
¡Viva el Burro Veloz!, no me canso de gritar a los cuatro vientos.
A los que dicen que don Carlos nunca se lesiona les hacemos saber que hoy, desde el kilómetro 8, ha corrido lesionado, con una contractura seria entre el tendón de Aquiles y el gemelo de la pierna derecha. Ha tenido que parar a causa de un fuerte pinchazo en el kilómetro 8, cuando corría con un ritmillo alegre que le convencía y con el que iba cómodo. Se ha dado él unos masajes caseros y ha continuado, a ritmo suave, hasta el kilómetro 10, donde le ha costado encontrar al sanitario del puesto. Le han mandado de allá para acá y, por fin, ha dado con una joven que ha tenido que buscar el réflex en un mochila con mil cremalleras y cierres. Cuando lo ha encontrado, le ha echado en la zona lesionada, pero don Carlos ha comprendido que no era una sanitaria ducha en estas lides. Déjame que yo me eche y me masajee, querida, le ha dicho. Así ha hecho y ha continuado con la esperanza de que se fuera pasando el pinchazo que, de momento, le dejaba correr. Esto es también atletismo, amigo, ha pensado. En la subida del Zoo parece que ya podía equilibrar las dos piernas para no seguir cargando en la izquierda (la buena en el día de hoy). Doblando la esquina del parque de Aluche, ha sabido que ya llegaba a meta, aunque fuera andando. El único kilómetro en el que ha podido dar rienda suelta a sus fuerzas, intactas por el ritmo llevado hasta el momento, ha sido el último. La meta, por fin. Día salvado con dignidad de corredor popular. Veremos las secuelas.
El Puñales, una fiera montaraz. Pedrín otra fiera salvaje. Los Pedros son de una pasta especial. ¿Qué os voy a decir que no sepáis? Siempre quedan bien por donde van. Y, sin que esto sirva para que se les suba mucho el ego, diré que da gusto ir con ellos a las carreras.
¡Viva el Burro Veloz!, no me canso de gritar a los cuatro vientos.
LEOPOLDO ALAS CLARÍN
Uno de los recreos solitarios de don Fermín de Pas consistía en subir a las alturas. Era montañés, y por instinto buscaba las cumbres de los montes y de los campanarios de las iglesias. En todos los países que había visitado había subido a la montaña más alta, y si no las había, a la más soberbia torre. No se daba por enterado de cosa que no viese a vista de pájaro, abarcándola por completo y desde arriba.
(La Regenta)
ANTONIO LÓPEZ - 12
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