ASISTENTES:
Venancio, Pedrín, Juáncar y Carlos
DISTANCIA/CRONO: vamos directos al bar.
TIEMPO ATMOSFÉRICO: lluvia suave; temperatura mínima: 12º; temperatura máxima: 19º
(AEMET).
DESAYUNO: No corre
turno.
COMENTARIO: Ayer
tuvo lugar la esperada conejada.
Acudimos los siguientes burros: Dimas, Venancio, Ángel el Peli, Pedrín, Juáncar
y Carlos. La cosa comenzó con unas Guinness en el Lamber. Una vez reunida toda la gente, fuimos al bar de los conejos, y dimos cuenta de diversas raciones: conejo
–¡por supuesto!–, pollo, cochinillo y ¡caracoles! Regamos las viandas con
Rioja, lo preferimos al vino peleón de la casa. Nos trajeron de postre un par
de barcas, que contenían frutas,
helado, flan, etc. El tabernero se acordaba de nuestros cantos la pasada
Navidad, y nos invitó a una botellita de sidra. Continuamos en La Invierna, donde dos bellas y amables
posaderas nos sirvieron distintas copas o pelotazos, como dice la gente. Dimas
se retiró temprano a causa del cansancio acumulado de toda la semana. El resto
aguantamos un poco más, pero nos retiramos a una hora prudente.
Esta mañana los corredores han aparecido muy perjudicados:
Juáncar, con un dedo hinchado a causa del ácido úrico –casi no podía andar–; el
padre Mateos y Carlos con un resacón del 15, pues la mezcla de licores de
distinta condición y el copón de coñac que les sirvió la posadera les han
pasado factura, ¡amarga factura! Pedrín ha sido la excepción: ha aparecido fresco como una lechuga. En fin, en el bar hemos conversado largo y
tendido, porque, aunque el entrenamiento sea corto o se suprima, “nos sobran
las palabras”.
NECROLÓGICA: Ha
fallecido uno de nuestros cantantes más admirados: MANOLO ESCOBAR. En nuestro
repertorio, hay canciones suyas tan bonitas como Los
peces en el río, el Porompompero y La minifalda. Como dirían los antiguos,
que Dios lo tenga en su gloria.
ITALO CALVINO
Es propio de Diomira que quien llega una noche de septiembre,
cuando los días se acortan, las lámparas
multicolores se encienden todas juntas sobre las freidurías, y desde una terraza
una voz de mujer grita: ¡uh!, se pone a envidiar a los que ahora creen haber
vivido ya una noche igual a esta y haber sido aquella vez felices.
(Las ciudades invisibles)
MANOLO ESCOBAR
IN MEMÓRIAM