domingo, 23 de noviembre de 2008

TERCERA CARRERA OFICIAL 1/2 JARANDILLA

Media maratón de montaña de Jarandilla de la Vera, 21 km 97,5 m, domingo 22 de noviembre de 2008, a las 10,00 h. Festividad: San Clemente I.

Asistentes, tiempos y orden de llegada:

1.º Nano (1h 29’), 2.º Juáncar (1h. 40’), 3º Carlos (1h, 43’).

Incidentes-observaciones:

El día ha empezado con un desayuno de arroz con leche. La cocinera: Gema B. Esta amiga del Burro Veloz, actual esposa de Nano, ha prometido darnos la receta. Porque ese arroz algo tiene, como la pócima de Panoramix, porque lo de su marido no es normal. Si cumple su palabra, lo publicaremos. Pero mucho tememos que haya sido una larga cambiada de la susodicha para dejarnos tranquilos y pasar un buen día sin nuestros ruegos para saber la fórmula.


El día ha lucido espectacular. Invitaba al paseo más que a darse un palizón por aquellas sierras tan bellas, que cuando vas echando el bofe es imposible disfrutar del paisaje. Pero bueno, los entrenamientos han hecho su efecto y hemos llegado sanos y salvos, con fuerzas para trotar un rato y hacer los estiramientos. Han participado unos 650 corredores. Han ganado unos marroquíes que corrían mucho, ¡pero mucho!


Paula ha sido una de las manos inocentes del sorteo. ¡Qué casualidad, al dorsal 221, o sea, el de su padre, le han tocado un par de quesos de cabra! ¡Qué casualidad de casualidades! Todos nos hemos alegrado mucho. Es la segunda vez que nos tocan unos quesos en esta carrera. Dice el Juáncar que ya quedaremos para comerlos. ¡A ver si es verdad!


Hemos comido unas migas exquisitas en casa de José y de Teresa. No tenemos palabras para alabarlas lo suficiente. También ha corrido el vino de pitarra y en los postres no ha faltado el mencionado arroz. A todos nos ha asombrado el «saque» del Juáncar, que se ha puesto morao de un magro que daban los de la carrera (¡cómo pringaba con pan!) y luego se ha apretado un plato rebosante de migas, pimientos, torreznos, chorizo… y un vaso hasta arriba de arroz. La criatura ha alegado: ¡Egque tenía muncha hambre! Hijo, que san Maratonio te conserve el apetito muchos años y la cuenta corriente para saciarlo.


El viaje de vuelta ha sido tranquilo. En el momento de escribir esta crónica cada mochuelo está en su olivo, descansando con los pies en alto.


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