CARRERA DE SAN NICASIO (LEGANÉS): 11 de octubre de 2009, Fiestas Patronales de Leganés en honor a San Nicasio; 10 km. 300 m. Hora de salida: 10 h.
Asistentes, orden y tiempos de llegada:
1.º Nano: 42’ 23’’.
2.º Carlos: 44’ 10’.
3.º Juáncar: 44’ 54’’.
4.º Caye: 52’ 21’’.
5.º Dimas: 52’ 44’’.
Otros amigos que han participado en la carrera:
-Enrique: 44’ 47’’.
-Sr. Vargas: 53’ 00’’.
-Pedro R. Monroy: 48’ 00’’.
Queridos amigos, sabemos que os hace ilusión aparecer en este ilustre blog, uno de los mejores de la Piel de Toro (España). Para nosotros es un honor que nos leáis y que nos mandéis algún comentario. Disfrutad leyendo las andanzas del Burro Veloz y culturizándoos con los comentarios y los textos literarios. Os hará mucho bien. Gracias.
Anotaciones:
Hace un año nos abrieron el coche y nos quitaron hasta los gayumbos. Hoy no nos han robado. Hemos llegado a la carrera casi desnudos, como los hijos de la mar (Cf. Antonio Machado), y hemos dejado las bolsas en el ropero. ¡Qué gran descubrimiento el ropero!
El tiempo atmosférico, bueno. Más bien ha hecho calor y hemos sudado de lo lindo, tanto que parecía que algunos nos habíamos meado, con perdón. El otoño se resiste a llegar y los árboles ya no saben en qué estación están, dudan entre tirar las hojas o pintarlas de nuevo de verde. Esto será cosa del cambio climático.
Como son las fiestas de Leganés y hoy es San Nicasio, os vamos a obsequiar con un capitulillo entero de Platero y yo, uno que dedica Juan Ramón Jiménez a la amistad. A mí me mosquea un poco tanto cariño entre un viejales y un pobre burro, pero no quiero decir lo que pienso, porque se me podría tachar de guarro mental, a mí, que soy la mismísima inocencia, como bien sabéis. Tomemos el texto por “el lado bueno” y pensemos que, si no hay personas a quien amar, siempre habrá algún animalico o animalote al que demostrar nuestro afecto. A mí me pasa con alguno de vosotros, y no quiero decir nombres.
PLATERO Y YO (12)
AMISTAD
Nos entendemos bien. Yo lo dejo ir a su antojo, y él me lleva siempre a donde quiero.
Sabe Platero que, al llegar al pino de la Corona, me gusta acercarme a su tronco y acariciárselo, y mirar el cielo al través [sic] de su enorme y clara copa; sabe que me deleita la veredilla que va, entre céspedes, a la Fuente vieja; que es para mí una fiesta ver el río desde la colina de los pinos, evocadora, con su bosquecillo alto, de parajes clásicos. Como me adormile, seguro, sobre él, mi despertar se abre siempre a uno de tales amables espectáculos.
Yo trato a Platero cual si fuese un niño. Si el camino se torna fragoso y le pesa un poco, me bajo para aliviarlo. Lo beso, lo engaño, lo hago rabiar… Él comprende bien que lo quiero, y no me guarda rencor. Es tan igual a mí, tan diferente a los demás, que he llegado a creer que sueña mis propios sueños.
Platero se me ha rendido como una adolescente apasionada. De nada protesta. Sé que soy su felicidad. Hasta huye de los burros y de los hombres… (FIN)