domingo, 22 de noviembre de 2009

TERCERA CARRERA OFICIAL (Santa Cecilia)

MEDIA MARATÓN DE MONTAÑA DE JARANDILLA DE LA VERA (CÁCERES) 2009: 22 de noviembre de 2009, Santa Cecilia; 21 km, 97,5 m. Hora de salida: 10 h.
Asistentes, orden y tiempos de llegada:
Como Nano no ha podido venir, el primer puesto lo ha ocupado otro. Esta ha sido la clasificación:
1.º Juan Carlos: 1h 42’ 20’’; media/km: 04:51; puesto 227 de la clasificación general.
2.º Carlos: 1h 43’ 16’’; media/km: 04:53; puesto 241 de la clasificación general.
3.º Pedrín: 1h 44’ 51’’; media/km: 04:58; puesto 269 de la clasificación general
Nano nos ha animado en tres puntos de la carrera, cuando más falta nos hacía. ¡Gracias, campeón!
Tiempo atmostérico: Ideal para la práctica del atletismo, hacía fresco, estaba despejado, nublado a ratos, con tramos de niebla; T. máx. 14º, T. mín. 6º (AEMET).
Anotaciones:
Los corredores nos hemos levantado a las 6 de la mañana para ir a Jarandilla, donde nos esperaba Nano. Hemos desayunado antes de llegar a Oropesa, en un bareto de carretera, cuyo nombre era “134”; parecía “otra cosa”.
Después de la carrera nos han esperado una migas deliciosas, un auténtico majar regado con ricos vinos, en casa de los padres de las “Barquillas”. Hemos estado con ellos felices, casi más que corriendo. ¡Qué casi más, muchísimo más! El Jefe (Juáncar) hoy ha terminado eufórico, porque nos ha ganado, y ha demostrado su alegría llenando el monago a reventar, con una sonrisa de oreja a oreja. Sabe comer todavía mejor que saber correr. ¡Qué saque, Dios bendito!
Juan Ramón encabeza el final de este trágico y doloroso pasaje con una cita de Shakespeare. Como el potro castrado hemos concluido la carrera los del Burro Veloz en el día de hoy, igualico, igualico:

PLATERO Y YO (24)

EL POTRO CASTRADO (3.ª parte)

Thy unus’d beauty must be tomb’d with thee,
Which used, lives th’executor to be.
-dice Shakespeare a su amigo-.
…Quedó el potro, hecho caballo, blando, sudoroso, extenuado y triste. Un solo hombre lo levantó, y, tapándolo con una manta, se lo llevó, lentamente, calle abajo.
¡Pobre nube vana, rayo ayer, templado y sólido! Iba como un libro desencuadernado. Parecía que ya no estaba sobre la tierra, que entre sus herraduras y las piedras, un elemento nuevo lo aislaba, dejándolo sin razón, igual que un árbol desarraigado, cual un recuerdo, en la mañana violenta, entera y redonda de primavera. (Fin)

No hay comentarios: